domingo, 11 de marzo de 2018

La pastelería (R)

De Ricardo Gómez. Ilustraciones de Tessa González. Álbum ilustrado. Ed. Edelvives.



Con el boom de la cocina, no nos extraña en principio otro título que hable de pasteleros, recetas y cacharros de cocina. Sin embargo este libro va por otro camino bien distinto.

Después de leer varias reseñas sobre el mismo, al margen de que la mayor parte del tiempo se lo pasan elogiando las ilustraciones (merecidamente), veo que distintos lectores lo abordan desde distintas perspectivas, y eso me gusta. Un libro con más de una lectura. Un libro que se lee más de una vez y cada una deja distinto sabor.


Las imágenes, la calle Strasse y el pastelero Kuchen, nos transportan a algún lugar por ejemplo en Alemania y por ejemplo a principios del siglo XX. Lo que para los pequeños equivaldría a un "Érase una vez en un lugar lejano", aunque no mucho ni en el tiempo ni en el espacio, a la vez próximo.

Y ahí tenemos que un famoso pastelero ha adquirido un edificio de un pueblecito. De cara a los adultos todo son especulaciones... al principio positivas, adoración del mito, pero cuando no responde a las expectativas todo se transforma en crítica, destrucción del mito. Y eso sin que haya mediado el hablar con él, el ir y preguntar... Todo es cotilleo y alimentarse de las suposiciones.


Al otro lado los niños, su ingenuidad, su imaginación, su confianza y esperanza (todo magnífico como proyecto de futuro) que sí dan el paso de acercarse al pastelero cuando este no responde a lo que se espera abriendo la pastelería y ofreciendo sus producciones. Ellos y ellas que han estado observando deciden pasar y formar parte de una vida no comercial de la pastelería, pero sí lúdica, divertida, creativa...



Y en medio el pastelero, el señor Kuchen, manteniendo la pastelería que ha levantado siempre en orden, limpia... pero en vez de haciendo pasteles escribiendo, un día y otro. Escribiendo en un particular libro. Haciendo lo que quiere aunque tal vez no sea lo que se espera de uno. 


Así que ahí tenemos los ingredientes de la historia, los tres picos de este triángulo que llega un momento en el que se rompe. Más tensión por uno de sus lados de lo que se soporta: los adultos ya empiezan a pensar que su actitud les traerá consecuencias negativas (económicamente negativas) y no ven con buenos ojos que los niños se lo pasen bien haciendo pasteles y jugando en la pastelería. 

Y la pastelería sale ardiendo una noche. "Nadie sabe cómo sucedió". De ahí que el pastelero recoja sus cosas y se vaya. Pero antes le dejará a los niños del pueblo el libro que ha estado cocinando, perdón: escribiendo, con cuentos y poemas, y que los niños disfrutarán una tarde tras otra "embelesados mientras leían por turnos".


¿Alguien recuerda la canción "El maestro" que cantara Patxi Andión a finales de los 70? Pues igual pero con el final feliz de dejar claro cómo el pastelero ha dejado aquí su aportación para un futuro mejor con su trabajo con los niños.

Como maestro le doy las gracias a Ricardo Gómez porque quiero ver en la historia toda una metáfora del trabajo callado de maestros y maestras que no ven los adultos en general pero que queda en nuestro alumnado.

Y ahora hablar del trabajo de Tesa¡Ummmmmmm! ¡Qué rico! Tal vez sería la mejor expresión para resumir el disfrute de estas ilustraciones.

Es sin duda el mundo de la autora: aguadas, líneas concretas, líneas difusas, papeles antiguos, recortes de todo tipo, personajes con una expresividad que lo dicen todo y mucho trabajo de dibujo y diseño de las, afortunadamente, grandes páginas para llegar a unos acabados sorprendentes. 
Pero sobre todo mucha complicidad con la historia, mucho tomar el pulso a lo que el escritor cuenta para plasmarlo en una atmósfera que se impregna de cada momento y que alcanza una emoción especial en la doble página en la que la mano de Kuchen entrega a un niño su libro en un picado precioso, tendiendo el pequeño la mano hacia arriba. ¡Ay, cuántos guiños se me antojan ver en esa imagen! Y en tantas otras.
Porque es fácil encontrar más mensajes entre los dibujos conviviendo con la historia central. Especialmente los gatos.

Un libro en el que los autores hablan de su profesión pero que a mí me gusta creer que también lo hacen de la nuestra. Gracias a ambos. Un delicia de libro. Espero que se vea reflejado en premios.


Ricardo y Tesa promocionando un trabajo conjunto anterior: “El sueño de Lu Shzu”.



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